No iba errado quien una vez dijo que a las palabras de amor les sienta bien un poquito de exageración, y menos errado iba aún quién manifestó que con las pasiones uno no se aburre jamás.
Como es normal, estos sentimientos tan hermosos a primera vista, suelen ser mucho más dantescos de lo que te pintan en las películas de Hollywood, llegando a destrozar, a veces, vidas enteras. Ésta es la historia de mi vida, o mejor aún, la historia de la historia que acabó con mi vida.
¿Quién puede predecir que tu vida acabará un miércoles cualquiera, sin tener planeada ninguna actividad extraoficial? Sabes exactamente cómo será el día desde el momento en que te levanta el despertador hasta el momento en el que te acolcha el televisor: desayuno, trabajo, compra… Hace tiempo que mis miércoles son así, no me quejo, a veces la rutina acomoda y da seguridad. Yo me levanto como todos los días al lado de un tipo casi inerte que ronca cuando duerme. Es un buen tipo, me quiere y todas esas cosas… y sé que nunca me abandonará, pero seguro que si preguntas ¿cómo será tu marido cuando crezcas? a todas las chicas adolescentes sobre la faz de la tierra, ninguna con 2 dedos de amor a la emoción te dirá que quieren a uno como el mío.
En serio, si llego a saber que Damian iba a estar ahí, te juro que mando a mi marido a que haga la compra. Aunque esa mirada… ¿Verdad que dicen que el amor de tu vida es uno entre un millón? Da igual, su abandono fue un eterno castigo sin crimen previo.
El azar ha querido que después de una infinidad de años me encontrara con Damian en el supermercado, y nada hay que apelar con el azar. ¿Qué decir? Ha estado cinco años fuera, cinco años desde que me abandonó sin ningún tipo de explicación, marchándose a alguna parte con sus planes nuevos bajo el brazo, y yo no estaba en ellos. Pero sigue conservando esa sonrisa y ese encanto natural. Al ver mi gran barriga de embarazada ha soltado un sincero “estás muy guapa”, lo ha dicho con ritmo, como una caricia íntima que mi marido sería incapaz de darme. Sé que las comparaciones son odiosas, pero a veces es inevitable hacerlas cuando has estado en dos estadios tan distintos de relación. No debería pero le he dicho que me llamara. “No he cambiado de número” le he confesado, es como si solo hiciera una semana que se hubiera ido y yo nunca hubiera dejado de estar pendiente de él, como la veinteañera pasional que fui.
Nos hemos despedido con la promesa de que iremos a tomar un café, me he dado media vuelta y he seguido haciendo la compra.
Para serte sincera no he pensado mucho sobre el tema en ese instante, estaba como en shock. No es fácil reencontrarte con el amor de tu vida, casado, cuando tú también te has casado, y encima estás embarazada.
En el pasillo de la fruta ha vuelto, me ha dicho que todavía piensa mucho en mí. Se puede saber cómo puede llegar después de cinco años con una sortija en el dedo y entrometerse en mi vida, así, por las buenas? No es que quiera hacerle sentir culpable, el pasado pasado está, pero supongo que el inconsciente siempre ha de querer calibrar un poco su malestar cuando tiene ocasión. Cinco minutos con él y ya me parece que mi vida ha sido una gran farsa. Es una relación dañina.
Cuando me he dispuesto a marchar, Damian me ha cogido del brazo. Ha sacado a la luz la obviedad que he estado intentando mantener bajo tierra desde que lo he visto: ambos amamos a nuestras respectivas parejas, pero lo nuestro es diferente. Somos Damian y Diana y eso nadie puede cambiarlo ni romperlo, ni siquiera nosotros.
He empezado a correr con el carro de la compra como huyendo de un mundo que se desmorona, dejando atrás a ese hombre que todo me lo dio en su día y todo me lo arrebató. Pero como por arte de magia he encontrado las fuerzas para mirar a los ojos de mi condena y dejarla en la nevera de congelados; Damian me había seguido.
No había sentido jamás una emoción tan intensa como la que he sentido cuando me ha mirado a los ojos, se ha agachado y ha besado mi barriga encinta. Me he quedado paralizada como si un relámpago hubiera atravesado mi cuerpo. Él se ha largado.
En cuanto he logrado reaccionar, Damian se había esfumado.
Todo el supermercado ha clavado los ojos en la loca que gritaba a pleno pulmón dicho nombre por todos los pasillos del local y por todo el parquin. No le volvería a ver, de eso estoy segura.
¿A sido entonces cuando ha roto aguas?
Así es inspector, en el parquin trasero no había nadie y cuando han llegado ya estaba de parto. Los médicos me han dicho que el estrés provocado por una emoción tan intensa puede haber sido el desencadenante de un parto tan prematuro.
Sé que es repugnante que una madre arrebate la vida a su hijo segundos después de habérsela dado. También sé que merezco la pena capital, pero aún así será una condena más leve a la de tener que vivir viendo cada día a Damian en los ojos de mi hijo. El beso de Damian estaba endiablado, no le bastó con arrebatarme cinco años de mi vida, sino que tuvo que arrebatarme a mi hijo también.
Muy bien Diana su confesión será tenida en cuenta por el juez a la hora del veredicto, pero yo de usted me empezaría a despedir de su marido, si lo cree conveniente…
martes, 29 de marzo de 2011
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