martes, 13 de julio de 2010
Hoy en mi habitual paseo nocturno de vuelta a casa, mis pies no se han dirigido hacia la cama que tanta falta me hace coger un buen rato. Hoy como con vida propia me han hecho ir a parar a la zona verde de al lado de mi casa, sorteando las mierdas de perro que hay y los vasos de lo que fueron cubatas de un sabado de chavales quinceañeros de mi pueblo. En este parque, o campo, llamalo como quieras, hay pinos altos y grandes, otros menos. Cuando era pequeño, oía decir a los vecinos que estaban hartos de la gente que se pinchaba en el bosque de al lado. Nunca me lo llegué a creer. En esta calle de casas grandes y con buena presencia? Bueno, no es del todo imposible. tambien me parecía imposible ser como algunos chavales de por aqui, holgazanes y sospechosos, pero el tiempo pasa y los ojos ven, y los labios callan. Nunca llegué a pensar que mi corazon de pequeño aventurero pudiera llegar a sufrir la tristeza y la soledad en algunos momentos desorbitados, como por ejemplo hoy, tumbado al lado de mi casa, en una oscuridad absoluta, rodeado de una incertidumbre que me presiona el pecho y la cabeza y hace a cada segundo mas dificil tomar conciencia de una solucion. Solucioname.
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La solución siempre puede esconderse detrás del paradigma que nace de tan sólo un hilo dental
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