Levantarme antes que el sol nunca me había gustado. Especialmente si me esperaba un trayecto de diez minutos a pie, a traves del furioso soplo de diciembre, a traves de las calles apartadas que conducian a la entrada "Si entra por aqui no paga" de la estacion de Renfe.
Caras de sueño, legañas. Chicas sin maquillar y mujeres retocandose; obreros y universitarios, que con morriña se resignaban a madrugar para hacer en tren la hora de viaje que les separaba de Barcelona.
Y de repente el ruido y el aroma peculiar de esta ciudad. Una mezcla de arrebatamiento y mal humor; ella misma es su himno, sin necesidad de un Sinatra o un Brassai que la retrate, aunque tambien los tenga. Barcelona orgullosa se acuesta con escote y falda corta, para levantarse con la corbata de un oficinista y el delantal de un carnicero, es inacabable y acotada; aunque esta solo es la vision de un estrangero.
domingo, 25 de abril de 2010
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
